jueves, 13 de noviembre de 2008

"La ejecución del zar"



Carlos Valis

Ataviado con un conjunto deportivo de pants y sudadera de color azul marino y rojo, Rodolfo Patatuchi Domínguez conocido como "El Zar de los Robacarros", emprendió muy temprano el camino hacia el muro bulevar "Francisco Fernández Arteaga", en San Juan Bautista Tuxtepec, acompañado de su esposa María Virgilia Nava Gutiérrez, con el fin de realizar sus ejercicios matutinos. No sabía que a escasos minutos lo esperaba la muerte.
Siendo un hombre poderoso, no solo económicamente, sino por su vasto recorrido en la delincuencia organizada, salió sin prever algún ataque. La muerte lo estaba esperando en una de las pistas del parque "El Flamingo".
Esta seguridad, provenía de su gran influencia sobre autoridades locales, que siempre lo habían cobijado bien, siendo poseedor de un gran carisma y una fuerte personalidad. Apenas en octubre de 2007 había logrado una de sus "jugadas maestras". Enfrentaba prisión al ser hallado culpable del delito equiparado al robo de vehículo, en agravio de Sonia Elizabeth Hernández Nieto, dentro del expediente penal 91/2005, por lo cual se le impuso la sentencia condenatoria de 2 años 6 meses.
El Tribunal Superior de Justicia había confirmado la sentencia el pasado 27 de septiembre de 2007. Purgaba cárcel dentro del Centro de Readaptación Social (Cereso) de la colonia Moderna, sin embargo en octubre el Juzgado Tercero de lo Penal, le concedió un beneficio preliberatorio. Solo había purgado año y medio y le restaban 12 meses, salió pagando una multa de solo 15 mil pesos.
Muchas fueron las versiones de que fue tratado con privilegios, junto con un círculo de allegados dentro del penal, incluyendo esto desde comida especial hasta privilegios de seguridad. Incluso se le relacionó con el mítin que ocasionó la salida del director del reclusorio de Tuxtepec, Carlos Hampshire Andrade.
Era un estratega, pues no era la única vez que salía con éxito de estos embrollos. De acuerdo con información publicada por La Jornada, con autoría del reportero Andrés Morales, la primera vez que se le capturó, fue el 23 de mayo de 1995, cuando se le juzgó por vender 2 autos robados a través de la empresa "Automótriz Pana" ubicada en Tuxtepec y se le trasladó al penal de Allende en el Puerto de Veracruz. Se le juzgó por los delitos de fraude, falsificación y uso ilegal de documentos fiscales en la venta de dos vehículos.
La condena que debía purgar era de 5 años y medio. Al pasar dos años fue extrañamente preliberado y el 27 de mayo de 1997 salió de allí. Esta decisión, señala el autor propició que tres días después se destituyera al director del reclusorio Juan Miguel Reboulen Uribe. Tras esto, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), revocó la orden de liberación y en un operativo conjunto, corporaciones policiacas de Veracruz y Oaxaca, reaprehendieron a Patatuchi Domínguez en Tuxtepec y terminó de purgar su condena en Igancio Allende. Había aprendido a imperar aún sobre las autoridades.
Fue en los años ochenta que "Fito", como le decían de cariño, encumbró su carrera delictiva al formar una alianza delictiva con los hermanos Aurelio y Daniel Arizmendi López "El Mochaorejas". Esta información detalló La Jornada que fue emitida a través del ex vocero de la procuraduría Noel Cruz Matías, quien detalló que en la primera mitad de los ochenta triangulaban automóviles a Centroamérica y Europa y a finales de los ochenta se separaron aunque conservaron la amistad.
Incluso, por diarios locales ya extintos como "La Voz de Tuxtepec" se publicó en 1998, que por esta amistad, "El Mochaorejas" pudo haberse escondido en Tuxtepec y específicamente en la comunidad de San Bartolo, cuando se hallaba prófugo de la justicia. Ya separado de los Arizmendi, creó la empresa Pana que es una abreviación de su apellido Patatuchi y el de su esposa (Nava), y Autos Bulevar en el Puerto de Veracruz, se habló en este documento de que llegó a a participar en el robo y comercialización de mil 500 vehículos, en ese entonces.
Fue en septiembre del año 2000, cuando el entonces Procurador de Estatal de Justicia, Sergio Santibáñez Franco, en entrevista al diario Excelsior, destacó que el entonces comandante de la Policía Federal Preventiva (PFP), José Trinidad Rodríguez Ballesteros, estaba participando en un caso de espionaje en contra del gobernador del estado en ese entonces José Murat Casab. En la entrevista señalaba textualmente que Rodríguez Ballesteros estaba ligado a "la banda internacional de robacarros de Rodolfo Patatuchi", dato que se puede corroborar en la dirección electrónica: http/www.diputadosfederalespan.org.mx/LX/despliega.asp?id=154134.
Patatuchi había sabido granjearse el afecto de las altas esferas policiales y de procuración de justicia, mismas que siempre le brindaron protección y que le sirvieron a sus fines.
Su seguridad consistía en haber hecho toda un modo de vida y un blindaje económico y de poder, que le garantizaba en Tuxtepec, poder andar a sus anchas e incluso sin guaruras o protección. Por su fuerte carácter hay quienes le temían. El error fue haberse confiado.
Cerca de las 8 y media de la mañana de ayer, dos sujetos del sexo masculino que se transportaban en una camioneta marca "Nissan" de doble cabina, color blanca, se dirigieron a él, según boletín de la Procuraduría Regional de Justicia de la Cuenca del Papaloapan y dispararon en su contra.
El cuerpo presentó 11 heridas, producidas por proyectil de arma de fuego, sólo se hallaron tres ojivas en el cuerpo y 8 orificios de entrada y salida.
Según expedientes judiciales publicados en La Jornada, Patatuchi Domínguez operó en la Ciudad de México, Tabasco, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Campeche y Yucatán. Era un hombre influyente, su muerte fue repentina y movilizó a medios de comunicación, corporaciones policiacas y autoridades ministeriales, que cercaron con la clásica cinta amarilla la escena del crimen. A sus 47 años, dejó el zarinato.
Sus hijos Edwin y Rodolfo, llegaron al lugar con tristeza y rabia por lo ocurrido. Un conato de violencia se dio cuando la periodista Martha Lezama tomaba sus fotos y Edwin se abalanzó a quitarle la cámara, afortunadamente entró en razón y se la regresó. Eran los gestos del profundo dolor de perder al pilar de la familia.
Nuevamente Tuxtepec siente la cuchillada de la inseguridad, a pesar de tratarse en primera intención de una ejecución o ajuste de cuentas, queda claro que debe ponerse especial énfasis en la investigación, para dar con los responsables.
Aún se advierte sobre Tuxtepec la incertidumbre sobre ejecuciones pasadas, entre ellas la de su abogado Armando López Bonilla, el abogado Ángel Gopar Rivera, el político Hendris Enríquez Antonio, los hermanos Irasema y Juan López Domínguez de Playa Vicente Veracruz víctimados en Tuxtepec, el líder perredista Roberto Castro Ramírez y su hijo Iván Castro.
También la ejecución del joven Rodrigo Antonio Aparicio con armas de alto poder, Iván Cruz Jarquín, hijo del constructor Max Cruz; quien fue hallado muerto tras ser ejecutado en unos cañales; Jorge Guzmán Rivera, levantado en Tuxtepec y hallado partido en tres en Santo Tomás Texas Veracruz, entre muchos más, que se han ido rezagando de casos sin resolver.

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